27 de enero de 2025
La crisis laboral en Argentina sigue sumando víctimas. Dos gigantes de la industria alimentaria, SanCor y Granja Tres Arroyos, han anunciado despidos masivos que afectan a cientos de trabajadores, en un contexto de reestructuración empresarial y presiones económicas. Estas decisiones no solo dejan a familias enteras en la incertidumbre, sino que también reflejan un patrón preocupante: la precarización laboral como herramienta para enfrentar las crisis.
SanCor: una cooperativa láctea en picada
La cooperativa láctea SanCor, otrora líder del sector, atraviesa una de las peores crisis de su historia. Con solo tres de sus cinco plantas operativas y una producción reducida a 200.000 litros diarios, la empresa ha comenzado un proceso de despidos que ya alcanza a 350 trabajadores. Según los telegramas enviados, la empresa alega "razones de fuerza mayor" para justificar las desvinculaciones, aunque los afectados denuncian que se trata de una medida extrema para reducir costos.
Los despedidos pertenecen en su mayoría al régimen de "jornada libre", es decir, trabajadores que no tenían tareas asignadas de manera permanente. Sin embargo, desde el gremio señalan que estas desvinculaciones son un intento de desmantelar derechos laborales adquiridos. "Es una estrategia para debilitar a los trabajadores y evitar que defiendan sus condiciones", afirmó un representante sindical.
SanCor busca desesperadamente un inversor que la rescate de la quiebra, pero el panorama es desolador. Mientras tanto, los trabajadores enfrentan un futuro incierto, con indemnizaciones que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de sus familias.
Granja Tres Arroyos: despidos y protestas en Entre Ríos
En paralelo, la empresa avícola Granja Tres Arroyos, una de las principales exportadoras de pollos del país, también ha iniciado una ola de despidos. En su planta de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, al menos 80 trabajadores recibieron telegramas de despido esta semana, y se especula que la cifra podría aumentar a 400 en los próximos días.
La empresa alega una "crisis económica" provocada por el cierre del mercado chino para sus exportaciones y los altos costos de producción. Sin embargo, los trabajadores y el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación denuncian que se trata de una estrategia para precarizar las condiciones laborales. "Quieren reducir la plantilla de faena de 800 a 400 empleados, imponiendo condiciones inhumanas", afirmó Miguel Ángel Klenner, secretario general del gremio.
Este lunes, los trabajadores y sus familias se concentraron frente a la planta en Concepción del Uruguay para protestar contra los despidos. "Hoy vine como todos los días a las 3 de la mañana y me encontré con que tenía restringido el paso. A las 10 ya tenía el telegrama en casa", relató un operario con casi siete años de antigüedad en la empresa. Además, denunció que en su último salario ya había sufrido una reducción del 50%.
Un patrón que se repite: precarización y desprotección
Los casos de SanCor y Granja Tres Arroyos no son aislados. Forman parte de una tendencia creciente en la que las empresas utilizan argumentos de "crisis económica" para justificar despidos masivos y recortes salariales. Sin embargo, detrás de estas decisiones hay un claro intento de debilitar a los sindicatos y erosionar los derechos laborales.
Desde los gremios, exigen la reincorporación inmediata de todos los despedidos y la apertura de un diálogo genuino para encontrar soluciones que no recaigan sobre los trabajadores. "No podemos permitir que las empresas descarguen sus problemas en los que menos tienen", señaló un dirigente sindical.
La lucha continúa
Mientras las empresas buscan ajustar sus números, los trabajadores de SanCor y Granja Tres Arroyos no se rinden. Las protestas y concentraciones son solo el comienzo de una batalla que promete extenderse. En un contexto de inflación y desempleo creciente, la defensa de los puestos de trabajo y las condiciones laborales dignas se vuelve más urgente que nunca.
Los sindicatos, como siempre, están en primera línea, defendiendo los derechos de quienes sostienen la producción nacional. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo las empresas seguirán priorizando sus ganancias sobre las vidas de los trabajadores?
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